Pasan los años y sigo
empeñado en visitar esta antigua estructura que gozó de tiempos mejores, lugar
donde trabajaron muchos habitantes de nuestra comarca. Aún recuerdo cuando
éramos guajes y utilizamos el Coto Wagner como zona de recreo y aventura… de eso
hace casi 12 años.
Pero la intención de esta noche, no era meternos con las
bicis en su interior o apostar quien se atrevía a subir al pico como decíamos
de aquella. La intención era fotografiarlo y como siempre la noche convierte al
Coto Wagner en un lugar con cierta hostilidad. Ruiditos, agua que fluye por la
antigua explotación, algún animal que merodea la zona… todo es motivo para
estar alerta. Los lugares olvidados
donde hubo mucho movimiento de personas, siempre me han dado cierto respeto. No
creo en Dios ni en el Diablo, ni en las almas en pena… pero la tensión es
inevitable.
El caso es que Raquel y yo inspeccionamos la zona por toda
la estructura y alrededores para familiarizarnos con el lugar una vez más,
esperar las nubes que venían del norte y buscar nuevos encuadres. Entre los dos
iluminamos este impresionante coloso de la minería que no ha tenido la suerte
de ser restaurado y aprovechado para conocer un poco más ese sector minero que
tantos puestos de trabajo creó en nuestra comarca y que por desgracia se
encuentra en plena decadencia. Una víctima más de los tiempos que corren.
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